Los ejercicios de kegel, la micción controlada, perder peso y el ejercicio siguen siendo las recomendaciones principales en mujeres con incontinencia urinaria (IU). Estas indicaciones forman parte de la primera Guía de práctica clínica sobre recomendaciones en IU basada en la evidencia.
El documento apuesta por el uso de una terapia conductual y no farmacológica en casos leves y moderados para una patología cuya prevalencia se sitúa en el 24% según un estudio de población.
El tratamiento conservador no farmacológico constituye el abordaje principal de la IU tanto en mujeres como en varones, excepto en vejigas hiperactivas donde se requiere un tratamiento inicial con medidas conservadoras y farmacológicas.
Las recomendaciones para incontinencia de esfuerzo o incapacidad de retener la orina al reír, toser o estornudar, pasan por la realización de ejercicios de Kegel.
La rehabilitación del suelo pélvico se aconseja después de embarazos y partos en incontinencias leves y después de cualquier cirugía de la pelvis.
Para la incontinencia de urgencia se aconseja el entrenamiento de la vejiga y en la de tipo mixto se indican tanto los ejercicios de kegel como la micción controlada.
Los resultados suelen verse a medio y largo plazo por lo que debe haber seguimiento por parte de un especialista o el riesgo de abandono será muy elevado.
En personas obesas, los expertos, coinciden en que la primera medida es recomendar la pérdida de peso antes de decidir cualquier tipo de terapia.
DIAGNÓSTICO
Consiste en hacer 3 preguntas:
Presencia en alguna ocasión de pérdidas involuntarias de orina.
Si son frecuentes y abundantes.
Si son un problema en su dia a dia.
Si la respuesta es afirmativa a las tres, se debe hacer una evaluación para conocer el tipo de IU y su repercusión.
FACTORES DE RIESGO
La edad
Ser mujer
Tener antecedentes familiares
Enuresis en edad infantil
Atrofia genital
Mujeres multíparas
ELEVADO INFRADIAGNÓSTICO POR VERGÜENZA A CONSULTAR
La vergüenza a consultar hace que la incontinencia urinaria presente un elevado infradiagnóstico, que podría llegar hasta el 40% de los afectados. Todo ello no solo compromete la calidad de vida del afectado, sino que, además, se traduce en un alto coste sociosanitario.
