Controlar la tensión, abrigarse y hacer ejercicio moderado son las medidas más importantes a tener en cuenta.
El frío activa el sistema simpático nervioso y aumenta la secreción de la catecolamina, una hormona responsable del aumento de la frecuencia cardíaca, lo que provoca un incremento de la presión arterial y el colesterol y facilita la formación de trombos causantes de la angina de pecho o del infarto.
Prácticamente, todas las enfermedades cardiovasculares se ven influenciadas por las bajas temperaturas por la razón anterior y también debido al efecto vasoconstrictor del frío.
El aumento de las infecciones respiratorias durante el invierno también provoca un aumento de los episodios de insuficiencia cardíaca secundarios a estas patologías.
No esta determinada cuál es la temperatura más baja a partir de la cual aumenta el riesgo de un empeoramiento de las enfermedades cardiovasculares, no obstante, se produce un aumento de la mortalidad cuando la temperatura máxima no alcanza los 6 grados.
Cambios en los tratamientos
Como consecuencia de ello en las práctica clínica se producen cambios en los tratamientos, lo más habitual es incrementar la dosis de antihiperentensivoos por el efecto del frío.
Además adoptar medidas preventivas también es eficaz; evitar cambios bruscos de temperatura, realizar una actividad física moderada y mantener una dieta saludable y rica en vitamina D y baja en grasa además de vigilar más asiduamente las cifras de tensión arterial y abrigarse bien sobre todo la zona del pecho.